"Yo recuerdo que cuando yo tenía entre 7 y 12 años, yo sufrí mucho bullying en el colegio. Cuando yo veo un niño, yo vuelvo a ser el Alejandro niño, entonces los veo como, me van a pegar.  Realmente yo me veo súper pequeñito" detalla el autor español Alejandro Palomas, sobre este difícil capítulo en su vida.

"Yo recibí de todo, muchas palizas, recibí bullying físico, bullying psicológico, bullying social, muchos tipos", continúa.

Y por eso, escribir un libro sobre la infancia estuvo lleno de retos: "Yo era de esos que llega a un restaurante y era 'niños, omaigad, niños, qué horror'. Y ahora, voy y les hago carantoñas y ellos están encantados".

Ese cambio surgió después de escribir su novela: Un hijo.

De acuerdo con el autor: "Quería crear una novela con un protagonista así, de 9 años, que hablara directamente, que emocionara, que tú quisieras estar todo el rato con él, sabes. Yo quería provocar eso en el público lector, un niño de esos al que te llevarías a casa porque no te puedes resistir".

Un hijo cuenta la historia de Guille, un niño que extraña a su mamá y que se esfuerza por cuidar de su padre y su mejor amiga.

Todo esto, mientras una sicóloga y una maestra tratan de comprender al pequeño y se tropiezan con los motivos de la desaparición de su madre.

Fue un relato que Palomas quiso compartir con decenas de educadores que acudieron al Instituto Cervantes de Nueva York para conocer la obra.

Para Palomas, ser profesor se ha convertido en una profesión más estructurada y menos humana: "Lo viven mal y a mí me preocupa mucho que lo vivan mal. Entonces, intento siempre. Yo sé que con este libro es muy buena ayuda para ellos, en cuanto lo leen se emocionan tanto que es muy fácil para ellos emocionar a los alumnos".

En la novela, la maestra y la sicóloga juegan un papel muy importante, como defensoras y protectoras del niño, un recurso con el que no cuentan muchos menores hoy en día: "Algunos tenemos la fortuna, la suerte de buscar ayuda y desde muy pequeñitos saber que no formamos parte de la norma".

Y es que tanto en la novela como en la vida real, hay ciertos hábitos en la crianza que son difíciles de superar: "Yo nací, yo viví y fui educado para no molestar. Y hay mucha gente que es educada para, no hagas esto, no te pongas en ridículo, no me pongas en ridículo, no molestes, pasa desapercibido, y yo era así, calla. Y es horrible, porque es criarte en una represión tremenda, que luego es muy difícil de curar".

Palomas dice que si tienes la creatividad, vale la pena utilizarla para mejorar las cosas que no pudiste vivir: "Habían muchos silencios que yo no entendía y para explicar esos silencios, yo los escribía. Yo escribía lo que podía ver entre lo que no se decía. E inventaba conversaciones, y a partir de ahí, las conversaciones se fueron alargando, empecé a jugar, empecé a meterme en ese mundo. Pero, básicamente, yo creo que empecé a escribir para sobrevivir porque esas conversaciones, lo no dicho es lo peor que existe en una familia".

Y pensando en esos silencios, Un hijo termina siendo esa voz tanto para adultos como para niños.

"Se lee muy rápido porque no puedes parar tampoco. Pero el estilo es muy sencillo, es muy complicada, es muy complicada, escribir esta novela es la más complicada para mí porque llega muy fácil y llegar muy fácil con algo tan intenso es muy complicado. Pero un niño de 9 años se queda loco con esta novela", concluye Palomas.