Los vemos en casi todas las calles de los cinco condados: son los vendedores ambulantes. Se estima que en la ciudad trabajan más de 20 mil, pero a pesar de su intensa labor, cada día enfrentan críticas y dificultades legales. Fabiola Galindo nos trae la primera parte de una serie especial sobre este sacrificado colectivo...

Cuando Claudia López comenzó su negocio como vendedora ambulante de botanas mexicanas hace más de veinte años, su puesto era uno de los pocos en la avenida Roosevelt.

"Hay negocios que dan miles de dólares diarios en mi caso no pero por lo menos uno se lo lleva desahogado", dijo Claudia López, quien vende botanas mexicanas. 

Bajo los rieles del tren en la abarrotada avenida, hoy, ya no es la única. Hay cientos de vendedores ambulantes que instalan sus negocios aquí todos los días y aunque venden productos diferentes todos tienen un problema en común.

"Todos los compañeros estamos acá, todos rentamos. Nadie tiene un permiso. La otra cuadra igual. Todos tenemos que rentar porque no a todos, no la dan", añadió López. 

Se refiere a este permiso de vendedores de la calle que la ciudad dejó de emitir en la década de los 70. La mayoría de los 5,000 1ue consiguieron la licencia, son veteranos de guerra a quienes se les dió prioridad.

Sin embargo, hoy existen más de 20,000 comerciantes ambulantes y muchos pagan una alquiler mensual de 1,500 o más sólo por utilizar el permiso de otra persona.  Paola no quiso dar su apellido, se levanta antes de que salga el sol todos los días para vender comida ecuatoriana.  Ella es una de las que también renta la licencia en este cuadra. 

"Nosotros pagamos 18 a 20 mil dólares cada dos años y la sanidad fuera de eso nos pone tickets 1, 2, 3, 2 mil dólares", dijo otra vendedora. 

A veces nos dicen ya les vamos a quitar no te vamos a alquilar este año, estamos precupadas buscando otro lado para que nos alquilen eso", añadió la vendedora. 

"El sticker" le llaman, un preciado pedazo de calcomanía se ha convertido en un negocio redondo.  Los que no lo utilizan se lo alquilan a estos comerciantes a precios exhorbitantes, a diferencia de un par de cientos que costaba obtenerlo legalmente.  Pero como no hay suficientes, muchos se arriesgan a vender sin el "sticker".  

En Washington Heights, Carmen García sólo tiene una licencia individual. La han arrestado por no tener el "sticker".

"Me soltaron pero me dieron corte para verme con la juez. La juez me cobró como una multa y luego me hicieron dar servicio comunitario", dijo García. 

La historia de todos estos comerciantes es el rostro de aquellos que trabajan sin un permiso adecuado. Ellos están a la esperando a que que la ciudad vuelva a emitir este tipo de documento, al mismo tiempo que siguen luchando para regularizar su situación.