La familia Rodríguez-Fernández tiene un mismo propósito: el de progresar en los Estados Unidos.

Pero en el grupo familiar hay tres distintos estatus migratorios y mucho miedo a ser separados.  

El centro de la familia, Martha Fernández, lleva casi 20 años vendiendo tamales.

Comenzó a en la calle, después en un camión.

Tras largas horas de trabajo sin descanso y con cinco hijos, estableció su negocio junto con su hijo César, quien tiene permiso para trabajar gracias a DACA -el programa de acción diferida que dio el entonces presidente Obama y que protege a inmigrates conocidos como 'dreamers' que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños.

"Tuvimos que pasar hambre, frío.. Tardamos como ocho días en el desierto... En el día dormíamos bajo los árboles y en la noche a puro caminar, a caminar con mis niños", explicó la madre.

En principio, cuando abrieron el negocio hace año y medio, Tamales Martita marchaba muy bién.. 

"Todo cambio desde las elecciones, desde ese día que ganó el presidente", reveló César.

-¿Cómo cambió?

"Pues al siguiente día parecía como si todos llegaran así como asustados".

El reto de esta familia ante la nueva política migratoria del gobierno Trump es qué hacer ya que Martha y su esposo son indocumentados; tres de sus hijos tienen protección temporal de DACA y otros dos nacieron aquí, al igual que sus nietos.

"Ya voy a cumplir 18,  sí, no sé si podría cuidar a mi hermano cuando no esté mi papá, sí me preocupa que mis papas no puedan estar aquí", dijo una de las hijas nacidas en Estados Unidos.

Son 11 millones los incodumentados y el gobierno federal busca acelerar su plan de deportaciones para lo que se aprestan a contratar a 10 mil agentes extra de ICE. Con todo y la incertidumbre, esta familia trabajadora, sabe que vinieron a hacer el bién.

"América.. si todos vivimos en America Latina, todos somos americanos", comentó el padre Juan Rodríguez.