El arribo de más de 130.000 puertorriqueños a Florida tras el azote del huracán María ha hecho que algunos políticos anticipen una sacudida política en un estado vital tradicionalmente dominado por los republicanos.

Ambos partidos están cortejando activamente a los recién llegados a Florida, donde el presidente Donald Trump ganó el año pasado por una diferencia de 112.000 votos de un total de 9,6 millones.

Muchos puertorriqueños han expresado indignación sobre la respuesta de Trump a la tormenta, pero han aplaudido las gestiones del gobernador Rick Scott para recibirles.

Como ciudadanos estadounidenses, los puertorriqueños pueden votar en las elecciones federales cuando se mudan al continente. Los recién llegados deben registrarse como electores a más tardar el próximo 30 de julio para votar en las primarias antes de los comicios generales del 2018 de un nuevo gobernador que reemplace al republicano Scott y elegir a los nuevos representantes del estado en el Congreso.

Javier González forma parte de la oleada de más de 130.000 ciudadanos estadounidenses que arribaron a Florida desde que María devastó Puerto Rico, agradecidos por tener un sitio para empezar de nuevo, pero resentidos por la forma en que Washington trató a su isla tras el desastre.

Más de un millón de puertorriqueños -aproximadamente 5% de la población de Florida- ya viven en el estado, y dada la indignación que sienten por la respuesta de Trump a la tormenta, los observadores políticos dicen que ese bloque de votantes podría influir para que el Partido Republicano vea reducido el control que tiene de la política estatal.

González, de 38 años, vio cómo el meteoro destruyó el restaurante que él abrió con su padre hace cinco años. Sin electricidad ni agua potable, González se enfermó intensamente durante tres semanas a causa de intoxicación por alimentos. Finalmente hizo sus maletas, decidido a crear su futuro en Miami.

“Existe resentimiento, y nos sentimos abandonados en comparación con Texas y Florida”, dijo González. “Necesitamos ayuda desesperadamente”.

Al igual que cualquier puertorriqueño, González puede votar en todas las elecciones ahora que se mudó al territorio continental. No planea registrarse por ningún partido, pero sigue las noticias y entiende sus plataformas políticas. Está al tanto de los tuits de Trump.

“No está bien que hayamos combatido desde la Primera Guerra Mundial hasta Vietnam y Afganistán, y que lo primero que dice el presidente es: ‘Ustedes tienen una gran deuda, grandes problemas y nos han costado millones’”, dijo.

Los puertorriqueños no son el regalo para el Partido Republicano que la diáspora cubana anti Castro ha sido tradicionalmente. Ellos tienden a votar más por los demócratas, dado su respaldo por la educación pública y los servicios sociales. Alrededor de 70% de los hispanos no cubanos en Florida votaron por Hillary Clinton.

Ambos partidos están tratando de ganarse el apoyo de los recién llegados a Florida, un estado clave en elecciones nacionales.

“Existe la intención de atraer a quienes están llegando”, dijo el representante Robert Asencio, un demócrata de origen puertorriqueño que representa a Miami en la legislatura de Florida y encabeza el Comité de Miami-Dade para socorrer a los afectados por el huracán María.

“Muchos de mis colegas dicen que no están politizando esto, pero existe un esfuerzo para atraer a la gente al lado demócrata o republicano”, dijo Asencio.

Ese respaldo pudiera ser importante el año próximo, cuando el estado elige un nuevo gobernador y determina el equilibrio en su delegación al Congreso federal, que tiene ahora 11 demócratas y 16 republicanos. El senador demócrata Bill Nelson es uno de los que defiende su escaño en el 2018, y se espera que el gobernador Scott, que ha sido elogiado por ayudar a los evacuados, lo desafíe en lo que pudiera ser una contienda apretada.

Scott estableció tres centros de socorro para los recién llegados con el fin de ayudarles con el trámite de licencias de conducir, la búsqueda de empleos y las solicitudes de ayuda por desastres. El gobernador también les pidió a las autoridades de educación que hiciesen a un lado las reglas de matrícula escolar para poder aceptar a los evacuados y darles a los que se aprestan a ir a la universidad las mismas ventajas de matrícula que reciben los residentes del estado.

Asencio dice que las acciones de Scott son un “control de daños” dada la estrecha relación del gobernador con Trump, quien ofendió a los puertorriqueños al afirmar en Twitter que ellos querían que otros hiciesen “todo por ellos en lugar de asumir la responsabilidad de su propia recuperación”. Resienten además que Trump haya dado altas calificaciones “de 10 sobre 10” a su propia respuesta al desastre, y culpan al gobierno por las demoras que expusieron a sus familias a enfermedades y penurias.

El representante estatal René Plasencia, un republicano de Orlando, pronostica que la cálida bienvenida de Scott dejará una mayor impresión en los recién llegados que cualquier tuit de Trump.

“Sea lo que sea que uno piense del presidente, tiene que tomar en cuenta las acciones del gobernador Scott”, dijo Plasencia, cuya madre y esposa son de Puerto Rico. “La gente no está tomando decisiones sobre la base de una secuencia de tuits ... Es noticia, pero no motiva cambios políticos”.