Durante una misa con pobres el domingo, el papa Francisco calificó la "indiferencia" como un gran pecado.

La basílica de San Pedro del Vaticano se llenó con personas pobres y sacerdotes en el primer Día Mundial de los Pobres organizado por la Iglesia. 

Francisco criticó a quienes piensan que la pobreza "no va conmigo, es culpa de la sociedad". 

El pontífice argentino dijo a los fieles que toda una vida de "no hacer nada malo no es suficiente" y señaló que ayudar a los pobres del mundo es el "pasaporte al Paraíso". Los fieles irán al Cielo "no solo por lo que tienen, si no por lo que dan" a los necesitados. 

Francisco invitó a 1.200 personas con pocos recursos a un almuerzo con pasta, ternera y postre en un auditorio del Vaticano tras la homilía. Prestar atención a las personas al margen de la sociedad es el distintivo de su papado.