En los 40 años que lleva como chofer de taxi en Nueva York, Fernando López nunca ha usado una aplicación (app) en su teléfono para recoger a un pasajero.

"Creo que no hay necesidad muchos se han ido para allá y han vuelto a trabajar con nosotros de nuevo aquí en la base. Pero yo, sinceramente, me siento cómodo", comenta Fernando López, un conductor de taxi.

Choferes como él, quedan pocos. En los últimos años las compañías como Uber están dominando la industria, ocasionando incluso que el medallón de los taxis amarillos se devalúe hasta en un 50%.

Las bases de taxi como la de Daniel Generes tienen que ingeniárselas para sobrevivir: "La llegada de Uber al mercado nos ha despertado un poco", afirma el propietario de este servicio de taxis.

Generes comenzó como taxista y hoy administra Kiss Service, una base con más de 400 choferes de taxi en El Bronx. Pero ha perdido un 25% del negocio desde que se popularizaron los taxis por app. Ahora acepta tarjetas de crédito y usa un software para distribuir las llamadas entre distintas bases. Una ventaja sobre Uber es que su base cobra $80 dólares semanales a los choferes, menos del porcentaje, según él, de lo que cobran las empresas con app. 

"Han bajado los precios. Al bajar los precios, o sea, el pasaje que nosotros hacíamos antes 4 o 5 años atrás por $20 dólares, ahora Uber lo está haciendo por un 60% del precio y quien está sufriendo la consecuencia es el taxista", explica Daniel Generes.

La mayoría de sus clientes son mujeres que se sienten más seguras dice y personas que utilizan el servicio hace décadas. 

De acuerdo con la Comisión de Taxis y Limosinas, cada mes en la ciudad se registran cerca de dos mil vehículos para trabajar como taxis. La mayoría de ellos para compañías como Uber o Lyft.

Las reglas de la Comisión, permiten que los choferes black car service trabajen con bases y apps en el móbil al mismo tiempo, lo que es una ventaja para el conductor.

En esta cabina de la base Kiss se recibieron 7,000 llamadas durante la última nevada. Un número que aunque bueno dicen, no les garantiza un futuro.

Y como lo describe Daniel Generes: "Estamos ahí todavía, estamos luchando".