Luego de intensas presiones de la opinión pública, de legisladores y de cobertura día y noche en la prensa sobre el tema, el presidente Trump dio marcha atrás y firmó una orden ejecutiva el miércoles por la que termina la práctica de separar a las familias cuando han sido detenidas en la frontera.

La orden de Trump marca un giro total en lo que él mismo había venido insistiendo -falsamente- que su gobierno no tenía otra opción más que separar a las familias detenidas ya que esa era la ley federal y porque también así lo habían decidido las cortes.

Durante los últimos días la cobertura en la prensa ha sido de una intensidad pocas veces vista, con imágenes de niños mantenidos en lo que parecen jaulas y con grabaciones donde se les escucha llorar desesperadamente gritando por sus padres. Imágenes y sonidos que han generado enojo y serios cuestionamientos sobre la moralidad no solamente de los políticos en la Casa Blanca sino incluso sobre los valores del país. Muchos republicanos estaban temerosos de tales imágenes les perjudicaría en las elecciones de noviembre.

Hasta el mismo miércoles en la mañana, el presidente y varios de sus funcionarios habían insistido en que solo el congreso podría terminar con la práctica dando una ley al respecto. 

Los demócratas en cambio insistían por su parte que el presdiente podía en cualquier momento terminar con la práctica. Al final fue lo que sucedió.

Según la orden, las familias que se detengan serán siempre enjuiciadas por haber cruzado la frontera ilegalmente aunque seran mantenidas juntas.

La orden por otro lado, de seguro generará otra serie de problemas ya que no queda claro por cuánto tiempo estas familias podrán estar detenidas. Lo cual con seguridad terminará con un pleito legal.

Por el momento sin embargo, pareciera ha terminado un episodiio en el gobierno Trump que generó las más extensas y severas críticas de diferentes sectores de la sociedad estadounidense -y de mucha de la comunidad internacional.