Hubo gritos, empujones y flashazos, pero sobre todo, un político que surcaba una multitud de mexicanos eufóricos sin miedo. 

El Palacio Nacional de México, en otros tiempos fortaleza de funcionarios y presidentes en el corazón de la capital, bajó la guardia este martes para recibir al próximo presidente del país. A su paso Andrés Manuel López Obrador encontró curiosos, camarógrafos y seguidores que estiraban la punta de los dedos para tocarlo, hasta llegar a los tropezones desde su auto a la puerta. 

"No quiero tener guardaespaldas, pero eso significa que los ciudadanos me van a proteger", dijo AMLO, como también se le conoce. "Tampoco me apachurren (aplasten)", bromeó. 

Dentro del edificio le esperaba el actual mandatario, su otrora fuerte rival político, Enrique Peña Nieto para afinar los detalles de un traspaso ordenado y pacífico del poder. 

AMLO llegó a su cita a bordo de un modesto Volkswagen blanco, el mismo que le llevó hasta la plaza más importante de la Ciudad de México el domingo pasado para pronunciar ante miles de seguidores su discurso de victoria electoral. 

A los mexicanos --prensa, fanáticos y detractores-- no dejó de sorprenderles esta actitud que rompe protocolos. Entre otras cosas, el nacido en el sureño estado de Tabasco reiteró que no viajará en aviones ni helicópteros presidenciales y su sueldo será la mitad del de Peña Nieto. 

Asimismo, respaldó la postura de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, una doctora en Teoría Literaria que trabajó como periodista y dijo que eliminaría la figura de la primera dama en México, un guiño que pareciera apoyar el combate a la desigualdad de género en el país.

También destacó un cambio en su actitud hacia la prensa: aunque durante la campaña AMLO se mostró distante de ciertos periodistas que pudieran confrontarlo, ahora pareciera dispuesto a volver a sus tiempos de jefe del gobierno capitalino --de 2000 al 2005-- cuando recibía a los comunicadores todas las mañanas a las seis.

Antes como después de la reunión con Peña Nieto accedió a responder preguntas de los medios y mientras viajaba en su auto, sentado en el lugar del copiloto, bajó la ventanilla y aceptó conversar con un periodista.

Lejos parece haber quedado aquel 2006 en que sus simpatizantes cerraron calles de la capital alegando que se había cometido fraude contra él. Una queja similar se produjo nuevamente en 2012. 

El martes, que inició la transición, Peña Nieto y su sucesor mostraron que el proceso podría completarse de manera pacífica. 

"Venimos para buscar una transición ordenada, para el beneficio de todos los mexicanos", dijo López Obrador antes del encuentro a puertas cerradas. 

AMLO arrasó en los comicios del domingo con 53% de los votos según un conteo preliminar del Instituto Nacional Electoral (INE). Esos números dejaron 30 puntos debajo al conservador Ricardo Anaya y el tercer lugar fue para el oficialista José Antonio Meade. 

Ambos, en un gesto inusual en el sistema político mexicano, lo felicitaron poco después del cierre de casillas. 

Los candidatos tuvieron nueve meses de duras campañas con acusaciones, insultos y golpes bajos que llamaron tanto la atención de la ciudadanía, como los temas en debate: una corrupción escandalosa, la violencia sangrienta y la desigualdad social. 

"Cualquier presidente saliente sabe lo complejo que es gobernar y cualquier presidente en trance tiene que tener la humildad de saber que hay mucho que no sabe y que va a depender del saliente para entender los focos amarillos, las áreas de conflicto", dijo a la AP el académico y ex diplomático Jorge Guajardo. 

"Lo que vemos raro es que un candidato ganador que lleva 18 años haciendo acusaciones, ahora muestre civilidad. Eso es bueno, acaba la contienda, comienza el gobierno y muy rápido muestra Lopez Obrador civilidad", agregó Guajardo, quien es un conocido simpatizante del Partido de Acción Nacional (PAN) y amigo personal del ex mandatario de esa agrupación Felipe Calderón. 

"Va a mantener un estilo diferente, eso hace a López Obrador quien es, es genuino", reconoció Guajardo. 

Guajardo sin embargo, manifestó su preocupación por el rechazo de AMLO de aceptar custodia dado el peligro que corre cualquier mandatario por los intereses que toca, más allá de querer llevar un estilo austero. 

Otro preocupado fue el analista José Antonio Crespo, del Centro de Investigación y Docencia de México, para quien no aceptar algún tipo de custodia es una "irresponsabilidad". 

"De él depende la estabilidad, en buena parte la gobernabilidad, de su salud y su seguridad", dijo a la AP. 

Según las leyes mexicanas hay un tiempo muy extenso entre las elecciones y la toma de posesión. AMLO asumirá el 1 de diciembre. 

En su discurso como ganador del domingo, López Obrador explicó que había pautado la reunión con Peña Nieto y le agradeció su actitud. "Muy diferente al trato que nos dieron los pasados titulares del Poder Ejecutivo", dijo. 

AMLO --que fue jefe de gobierno de la Ciudad de México entre 2000 y 2005-- ya dio los nombres de algunos integrantes de su equipo de transición, entre ellos algunos conocidos por la ciudadanía, como Carlos Urzúa, Alfonso Romo, Héctor Vasconcelos, Marcelo Ebrard y Tatiana Clouthier. 

Junto con ellos comenzará a trabajar desde esta semana, dijo el virtual presidente, para trazar las políticas con el objetivo lograr un México menos desigual --hay 50 millones de pobres-- y buscará controlar la violencia que azota al país.