Unos 2.000 migrantes hondureños reanudaron el martes su marcha hacia al norte desde esta ciudad guatemalteca mientras el presidente estadounidense Donald Trump amenazó con cortar la ayuda que su país otorga a Honduras si no detiene la caravana que busca llegar a su país.

Trump lanzó la advertencia en un mensaje en su cuenta de Twitter.

La posibilidad de que Honduras detenga la caravana parece limitada debido a que los migrantes lograron cruzar el lunes hacia Guatemala. Cientos de personas que huyen de la pobreza y la violencia en su país pasaron la noche en la comunidad de Esquipulas.

"Estados Unidos ha informado de manera enérgica al presidente de Honduras que, si la gran caravana de personas que se dirigen a Estados Unidos no es detenida y regresada a Honduras, no se dará más dinero o ayuda a Honduras, con efecto inmediato", escribió el mandatario estadounidense.

 

 

Autoridades mexicanas también han advertido a los migrantes que si no cumplen los requisitos migratorios necesarios para entrar al país no se les permitirá que crucen la frontera con Guatemala.

A pesar de la larga jornada de la víspera caminando con los pies hinchados y adoloridos y de dormir en el suelo con sus ropas puestas, pocas frazadas y niños enfermos, los migrantes estaban de pie a la madrugada.

Empujando carros y con niños en los hombros, mujeres, hombres y ancianos seguían su camino escoltados por patrullas de la policía.

José Francisco Hernández, de 32 años, dijo que espera conseguir trabajo y mejorar su calidad de vida.

"En Honduras no hay empleo y el empleo que hay no nos alcanza... No podemos ir a la ciudad porque está llena de mareros (pandilleros) y eso nos está afectando. Decidimos migrar del país para ver si logramos una vida mejor".

Antes de partir los migrantes acudieron a la Basílica de Esquipulas, ubicada a unos 220 kilómetros de la capital guatemalteca, para escuchar misa y recibir la bendición del Cristo Negro, venerado por los católicos de la región.

Al parecer, a la caravana inicial se ha sumado más personas. Un sacerdote de Esquipulas que no quiso dar su nombre dijo que ellos habían alimentado a más de 2.000 personas en uno de los tres albergues que ocuparon.

Esquipulas fue a mediados de los años 80 el centro de las conversaciones de paz entre los presidentes centroamericanos que buscaban entonces ponerle fin a décadas de guerras sangrientas en la región.

Karla Maldonado tiene solo 16 años pero está decidida a migrar. La adolescente viaja con su prima Gabriela Natareno, de 27. "Yo estudiaba primero básico, pero me voy porque quiero algo mejor", explicó. La joven confía en que podrá llegar a Estados Unidos y aseguró que no tiene miedo de que las separen.

La advertencia de Trump llegó apenas cinco días después de que el vicepresidente Mike Pence les asegurara a los mandatarios de Honduras y Guatemala y al vicepresidente salvadoreño que Estados Unidos incrementaría su ayuda para combatir la inmigración ilegal y generar crecimiento económico si los tres países hacían su propio esfuerzo.

Natareno dijo que la culpa la migración es del presidente hondureño Juan Orlando Hernández, "que mantiene al país sumido en la pobreza y la corrupción".

"Yo hasta le mandé una carta para que nos ayudara y nunca hizo nada", sostuvo.

Desde que la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte se lanzó en 2014, Washington ha comprometido 2.600 millones de dólares en cooperación para América Central entre 2015 y 2018, mientras que los países de la región han comprometido de manera conjunta un aporte de 8.600 millones de dólares.