Miles de migrantes centroamericanos descansaron el domingo de su largo recorrido por el sur de México, pero estaban decididos a seguir hacia la frontera estadounidense que les queda a unos 1.600 kilómetros (1.000 millas), mientras las agencias públicas mexicanas parecían vacilantes: a veces los ayudaban, otras veces les ponían trabas.

Algunos descansaron a la sombra de toldos colgados en la plaza del pueblo, o de basureros. Otros se fueron a refrescar al cercano río Novillero.

La tensión causada por la larga caminata en medio de un calor insoportable, con pocas raciones de alimentos y otras provisiones se agravó el sábado por la noche, cuando una pelea en una fila por comida terminó la golpiza de un hombre acusado falsamente de robar a un niño.

Raúl Medina Meléndez, jefe de seguridad del pequeño municipio de Tapanatepec, en el estado de Oaxaca, dijo que el pueblo estaba distribuyendo emparedados y agua en un campamento de migrantes en la plaza central el sábado por la noche cuando un hombre con un megáfono pidió a la gente que esperara su turno y algunos hombres le insultaron.

Mientras el hombre corría, se propagó el falso rumor de que había arrebatado a un niño para protegerse y lo agarraron y golpearon. La policía lo rescató y llevó a un hospital para ser tratado, aunque no se supo de inmediato cuál era su estado.

El domingo, varias personas de la caravana usaron el megáfono para denunciar el ataque. Otros se quejaron de que unas personas estaban fumando marihuana y de que las imágenes de basura y alimentos no comidos que deja la caravana a su paso parecen irrespetuosas.

El sábado, por primera vez una rama del gobierno federal parecía ayudar directamente a los migrantes en lugar de tratar de frenarlos. El Grupo Beta, la agencia mexicana de protección a los migrantes, dio aventones a los rezagados y distribuyó agua.

Martín Rojas, del Grupo Beta, dijo que había heridos y gente que se había desmayado. El Grupo Beta habló con The Associated Press después de dar un aventón en auto a un grupo de mujeres y niños en Tapanatepec, luego de verlos en una carretera caminando con las justas bajo un calor que llegaba a los 40 grados centígrados (104 Fahrenheit).

Otras agencias, sin embargo, han tratado periódicamente de impedir o socavar la migración masiva, que ha causado que el presidente Donald Trump amenace con tomar medidas contra México.

El sábado, más de un centenar de policías federales antimotines bloquearon una carretera rural poco antes del amanecer para alentar a los migrantes a que soliciten asilo en México en lugar de continuar la ardua marcha hacia el norte. Trump ha exhortado a México a que no permita el arribo de la caravana a la frontera.

La policía les permitió avanzar después que representantes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos los convencieron de que el tramo de carretera rural donde estaban los migrantes - sin sombra, baños ni agua - no era lugar para que ellos se pusieran a pensar sobre si solicitan asilo o no. Muchos migrantes han estado caminando durante más de dos semanas, desde que el grupo inicial se formó en San Pedro Sula, Honduras.

La caravana todavía debe recorrer 1.600 kilómetros hasta llegar al cruce fronterizo más próximo, en McAllen, Texas. El viaje podría ser el doble de largo si los alrededor de 4.000 migrantes se deciden por el cruce Tijuana-San Diego como hizo una caravana similar a principios de año. Apenas unos 200 llegaron a la frontera.