Un grupo de víctimas de abusos sexuales cometidos por religiosos y curas chilenos hizo escuchar su voz en momentos que la jerarquía católica del país se reunía con el papa Francisco, para exigir que el Vaticano reconozca los crímenes, los encubrimientos y la necesidad de compensación.

Una declaración con las firmas de seis víctimas de la comunidad religiosa Hermanos Maristas -y otras víctimas a los que no se identifica- fue emitida el miércoles durante la segunda jornada de la cumbre de emergencia con 34 obispos chilenos convocada por el pontífice. 

El escándalo de los Maristas, que mantienen escuelas en 79 países, salió a la luz en agosto cuando la comunidad reveló que al menos 14 menores habían sufrido abusos por uno de los hermanos. Otro hermano abusó de al menos cinco niños más. 

Las víctimas dijeron en su declaración que los Maristas seguían encubriendo los crímenes y atacando la credibilidad de los sobrevivientes de abusos. 

Se comprometieron a hablar públicamente para que los padres que tienen niños en las escuelas maristas sepan qué les sucedió. 

"Insistimos sobre la necesidad de que el Vaticano modifique su discurso y además de hablar de dolor, perdón y pecados; es urgente que reconozca crímenes, delitos, reparación y ponga todos los antecedentes de que dispone en manos de la justicia ordinaria", escribieron. 

Francisco convocó a la jerarquía eclesiástica chilena luego de reconocer que cometió "errores graves de juicio" en el caso del obispo de Osorno, Juan Barros, acusado por las víctimas del cura depredador más conocido de Chile de presenciar y hacer caso omiso de los abusos. Francisco defendió enérgicamente a Barros durante su viaje a Chile en enero, y envió a dos expertos del Vaticano a investigar al comprender que algo estaba mal. 

Los investigadores recibieron los testimonios de algunas víctimas del reverendo Fernando Karadima, el superior de Barros. Pero también escucharon a las víctimas de los maristas y de otros sacerdotes, y elaboraron un informe de 2.300 páginas que es el centro de las reuniones en el Vaticano. 

No estaba claro por qué Francisco limitó la cumbre a los prelados chilenos, ya que las órdenes religiosas como los franciscanos, los salesianos y las comunidades como los maristas operan con cierta independencia de los obispos diocesanos y responden a sus propios superiores. 

Pero en el caso marista, curas diocesanos también están implicados en el escándalo, que abarca denuncias de abusos desde hace décadas hasta al menos 2008. Las víctimas han iniciado una demanda criminal contra tres sacerdotes, un hermano capuchino y seis maristas, a los que acusan de violaciones cometidas en campamentos y también en los vestuarios y baños de los colegios. 

El reconocimiento por los maristas de que el principal acusado había confesado en 2010, siete años antes de que la comunidad revelara el abuso, provocó indignación en Chile. Después de confesar fue enviado a una escuela en Perú, donde según los maristas no tiene contacto directo con los alumnos. 

"Las acciones que decida el papa Francisco serán la única medida a considerar para saber si han terminado los tiempos de encubrimiento dentro de dicha institución", escribieron las víctimas. "Nos preocupa que los pedidos de perdón no se traduzcan en acciones concretas y ejemplificadoras". 

Los maristas no respondieron de inmediato a los pedidos de declaraciones. La comunidad siempre se ha negado a comentar las denuncias de las víctimas.