Después de pasar más de dos meses en un centro de detención de ICE, la madre guatemalteca Rosayra Pablo Cruz no olvida cómo ha sobrevivido lo que enfrentan miles de inmigrantes.
 
"Yo no quería salir de mi país porque yo tengo a mi familia allá", dijo Rosayra.
 
Rosy había perdido a su esposo, asesinado presuntamente por una pandilla que también amenazaba con reclutar a Jordy, su hijo de 15 años.

También le preocupaba Fernando, de 5. Rosayra cruzó con los dos de México a Arizona. 

Tras ser detenidos por la patrulla fronteriza, los tres fueron transportados a uno de los lugares que los inmigrantes llaman “hieleras” porque no tienen buena calefacción.
 
"El momento más desesperado fue cuando me quitaron a mis niños en la 'hielera'. Me los arrancaron. Me dijeron que los iban a llevar y yo dije: ¡Dios mío!, ¿para dónde?, ¿qué voy a hacer?'", explicó Rosayra.

Sin informarle a dónde irían, sus hijos fueron transferidos al Centro Cayuga en East Harlem. 

En la “hielera” Rosayra vivió en condiciones que han generado serias acusaciones de grupos pro-derechos humanos.
 
"En la hielera solo son colchonetas y nada más le dan esas como mantas de aluminio para taparse, nada más. Le dan una sola y luego uno pide, dependiendo de los oficiales, la verdad. Hay unos que son buenos, hay otros que son muy racistas. Y pues como no alcanzan las colchonetas, a mi me tocó dormir en el cemento, así, acostarme en el cemento, frío", detalló Rosayra.

Durante su estadía en la 'hielera' le daban de comer solo sopa instantánea y no podía ni bañarse, nos dijo.
 
-Pero, ¿no le ofrecían comida como de pollo?

"No, no, no, no. Solo esa sopa y unas galletitas para los niños y un juguito para los niños. Mi niño no quería ni comerse eso porque le dolía el estómago".

La limpieza era un problema también...

"No nos sacaban a bañar. Yo quería bañarme", recordó Rosayra.

-Salían afuera?

"No, encerrados completamente. No sabíamos si era día o si era noche. Mantenían las luces".
 
Después siguieron dos meses en Eloy, donde a pesar de dormir en una litera con cobija, la incertidumbre la atormentaba.
 
"Yo estuve más de un mes incomunicada. Pides un favor, que ICE te dé una llamada por emergencia y dicen: ‘No. Tú ya tuviste tu llamada, que es de tres minutos y no más. Te duele la cabeza y dicen: ‘toma suficiente agua’. Te duele el estómago: ‘toma suficiente agua’. Si alguien se desmaya y entonces tratan la manera y sí llegan, pero sólo cuando se desmaya alguien", detalló Rosayra.

El centro detención migratoria Eloy es propiedad de la empresa CoreCivic, la segunda principal operadora privada de correccionales en el pais. Eloy fue inaugurado en 1994 y continúa operando por medio de un contrato con el gobierno federal. Tiene capacidad para casi 1600 detenidos entre hombres y mujeres recluidos en un ambiente de mínima y mediana seguridad.
 
"Sabía que el señor me iba a sacar de ahí", aseguró Rosayra.

Rosayra fue liberada de Eloy bajo fianza el 11 de julio, pero quedan cientos de madres detenidas, muchas sin representación legal.

"Hay una amiga ahí que lleva siete meses que no se puede comunicar con nadie y tiene a sus hijos que son nacidos aquí. Y ahí la tienen recluida. Ella dice: “No sé. Si me van a deportar, que me deporten pero que me saquen de aquí", agregó Rosayra.

Rosaira tomó un vuelo de Phoenix a Nueva York pensando en el momento de su llegada al Centro Cayuga para intentar reunirse con sus dos hijos.