No han pasado 24 horas desde que Rosayra Pablo Cruz recuperó su libertad y la madre guatemalteca ya se prepara para regresar al sitio donde permaneció encerrada casi dos meses, buena parte de ese tiempo incomunicada de sus hijos que se encuentran en Nueva York y a los que anhela abrazar de nuevo.

"Lo que tenemos que hacer es mover el caso de Eloy, Arizona a la corte a donde ella espera vivir", explicó el abogado José Xavier Orochena..

Pero el trayecto de más de una hora por el desierto hasta el pueblo que luce abandonado no es para continuar el caso de asilo político.

Rosayra volverá a cruzar la cerca metálica del Centro de Detención Migratoria de Eloy con la esperanza de que le devuelvan su pasaporte guatemalteco y el de su hijo mayor, confiscados por las autoridades migratorias cuando la internaron ahí el 26 de abril.

Ansiosa, la madre recuerda lo difícil que fue no saber de sus hijos por largas temporadas.

"Era cada martes que me daban una llamada. Luego como hubieron unos cambios, me dejaron como dos semanas sin hablar y luego ya me iban a dar la video llamada, pero solo alcancé una video llamada", detalló Rosayra.

Antes de llegar a Eloy, Rosayra usa el teléfono que le regalaron las voluntarias de la organización Keep Immigrant Families Together cuando la llevaron a cenar en celebración por su libertad.

La madre marca el número de la trabajadora social del Centro Cayuga de East Harlem, quien la comunica con Jordy.

Es la primera vez que la madre escucha la voz de sus hijos desde que fue liberada por ICE. y ni ella ni el joven de 15 años que está alojado en una casa de crianza logran contener el llanto.

"Ya salí mi amor, si. Estoy hablando del teléfono de un abogado. Ya voy a estar con ustedes…Mi rey, no llores papi. ¡Ay mi chiquito, te amo!", se escucha la voz de Rosayra.

"¿Está tu hermanito contigo? Es la recompensa por tanto que hemos pasado. Yo sé que tú has sufrido mucho, mi amor, que tú te mereces tantas cosas que no te he podido dar, pero Dios te las ha dado y te las va a seguir dando a manos llenas", siguió Rosayra.

Los inmigrantes aquí no pueden recibir llamadas telefónicas, pero de acuerdo con el centro, Pueden recibir visitas de sus familiares los sábados, domingos y días feriados federales.

"A ver si me devuelven mis pasaportes...", comenta la madre.

Los guardias de seguridad de Eloy nos ordenaron estacionarnos del otro lado de la carretera mientras esperábamos a Rosayra. Tras dos horas, la madre salió con una sonrisa en la boca, buenas noticias y un destino claro. 

"A Nueva York para reunirme con mis niños, para allá voy. Gracias a Dios ya tengo mi pase", dijio la feliz madre.

Con pasaporte en mano regresamos a Phoenix.

Horas más tarde y tras despedirse de los buenos samaritano que la apoyaron, Rosayra se prepara para dejar definitivamente Arizona y sus áridos recuerdos y volar a Nueva York donde sus hijos ya están dormidos.

"Pienso si los voy a ver mañana o los podré ver hasta el lunes. No sé", dijo Rosayra.

Rosayra tiene unas horas para prepararse mentalmente para la siguiente batalla, la que comenzará a librar con la burocracia para recuperar la custodia de Fernando y Jordy.