Filda Cordero es una adulta mayor y asegura que su salud se ha deteriorado después de estar encerrada en su apartamento por más de un año. Antes solía acudir a un centro social en Inwood pero este recinto todavía no ha sido reabierto.

Y ahora necesita oxígeno y se vale de un andador para caminar: "Yo cuando estaba en ese centro jamás necesite de oxígeno. Jamás necesite de un walker. Porque yo bailaba hasta que me cansaba, brincaba, compartía con mis amistades".

Es por eso que Cordero se unió a otras personas de avanzada edad, empleados y dueños de centros sociales para adultos en una protesta frente a la Alcaldía para exigir su reapertura.

Al respecto, Elizabeth Ureña, directora del Centro Social para Adultos Golden Age, detalla: "Los miembros están vacunados, tienen la educación necesaria para bregar con el COVID y ya tienen derecho a volver a integrarse a lo que es la nueva normalidad".

Los manifestantes forman parte de los casi 300 centros para personas mayores de la ciudad. En estos recintos van a socializar y a participar de diferentes actividades gratuitas, como clases de pintura y manualidades, ejercicios físicos, y excursiones. El servicio, que está cubierto por su seguros de salud, se ha convertido ara algunos es como una segunda casa: "Todo está abierto y, ¿nosotros, por qué no? Ahí desayunamos, comemos, jugamos, paseamos, oímos música, nos tratan bien. Open The Door Please! Estamos cansados de estar en la casa atrancados".

Los administradores de estos centros sociales para adultos aseguran que este aislamiento está llevando a algunos hasta la muerte: "La soledad mataba a nuestra comunidad. So, ellos pasaron de bastón a una silla de ruedas; ellos dejaron de comer; dejaron de tomarse las medicinas; dejó de importarles la vida. La depresión se come a esta comunidad", explica Doris Karpeh-Diaz del Centro Social para Adultos Amigos.

Este tipo de centros para adultos mayores reabrieron en el resto del estado en agosto; sin embargo, no es el caso para la ciudad de Nueva York. 

"Las personas de la tercera edad merecemos también diversión para el resto de vida que nos queda", concluye Héctor Martínez, otro de los manifestantes.

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