El sitio del World Trade Center trae recuerdos que el sargento Carlos Nieves del NYPD no quiere revivir: "Fue un momento muy impactante en mi vida. Como uno recuerda cuando se casa, se recuerda cuando nacen sus hijos". 

En el 2002, Nieves fue uno de los uniformados que acudieron a la zona cero del World Trade Center después de que los aviones se estrellaran contra las Torres Gemelas. Tuvo que llegar en un yate privado desde Brooklyn junto a otros policías, por el cierre de puentes y túneles. 

"Nosotros estábamos mirando y no se podía creer lo que estaba ocurriendo, el edificio que estaba ahí se desapareció y entonces todo el humo tomó toda el área", explica Nieves.

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Lo que vivió ese día le ha dejado marcado para siempre: "Ese 11 de septiembre era un día bello, un día soleado, bonito y cálido. Pero aquí en esta área, era como una zona de guerra, había incendios por todas partes, mucho humo, mucha ceniza, mucha suciedad... Y también había mucha muerte que se sentía en el aire", rememora el sargento latino del NYPD. 

El entonces detective de narcóticos, junto a sus compañeros, escaló una montaña de escombros buscando desesperadamente sobrevivientes: "En varias ocasiones, algunos gritaban 'Encontré a alguien, encontré a alguien'. Y todo el mundo que estaba ahí se iba a esa área y comenzamos a sacar, hierros, cemento, vidrios y solamente para encontrar un brazo o una pierna, pero nunca encontramos a alguien vivo".  

Durante el transcurso de días, varias veces tuvo que suspender la búsqueda de sobrevivientes y buscar refugio en este Burger King o en un autobús abandonado. Estuvo aquí cuando se derrumbaron dos edificios, la torre Sur y el edificio número 7 del World Trade Center: "Se oyó un sonido como truenos y cómo el mundo se estaba moviendo, yo ni miré porque supe lo que estaba pasando, no miré para arriba, no miré para atrás y todo el mundo comenzó a correr, corriendo lo más rápido posible".

Durante seis meses, el sargento Nieves trabajó jornadas de 16 horas entre la devastación. Unos 343 bomberos, 37 policías de la autoridad de puertos y 23 policías del NYPD murieron en los ataques, tres de ellos eran amigos: "Cuando yo era un policía nuevo, uno de ellos era mi sargento y nosotros nos llevábamos muy bien y él era una persona llena de energía". 

Desde entonces, más de 250 uniformados del NYPD han muerto por enfermedades relacionadas con sus labores de rescate en la zona de los ataques terroristas o están enfermos: "Y es algo triste porque dura dos o tres años sufriendo con estos cánceres que son muy raros".

Y aunque se considera saludable, desde entonces ha tenido problemas respiratorios. Las experiencias no son recuerdos agradables, nos dice. Pero nunca se olvidará el sacrificio de los hombres y mujeres bomberos, policías y voluntarios que corrieron a dar auxilio ese trágico día.