“Me siento como un ratón en la cueva, buscando un sitio para sacar del frío y tenía que ser una caja, todo mi cuerpo duele, mira este 'ground', cuando se pone frio, asi 'frizao', se pone como 'ice'".

Quien habla es Víctor López, un desamparado de 59 años de descendencia puertorriqueña al que acompañamos durante unas seis horas. 

López vive en las calles de Bushwick, el vecindario donde nació y tiene una hija de 29 años, la cual vive con su abuela materna en el mismo vecindario.

Al igual que muchos, al principio de la pandemia López perdió su trabajo. Se dedicaba al mantenimiento de una casa de huéspedes.

“No hay trabajo, no hay trabajo más, tienes que buscar 'unemployment'".

Desde que dejó de recibir los pagos del desempleo, se encontró donde nunca pensó: durmiendo en la calle y buscando dólares para sobrevivir. Se para al frente de un negocio para abrirle la puerta a los clientes.

“Esto es pa’comprar algo para comer", dijo López.

Ayuda.

Contó López que ya dos veces intentó vivir en refugios de la ciudad. Pero no duró ni una semana porque se sentía inseguro.

“La gente peleó conmigo, quiere pelear y estaban fumando yerba y todo eso en el cuarto", explicó López.

Por el momento, está buscando empleo y en espera de que se abra un cupo en un refugio seguro en una iglesia en Ridgewood. 

Miembros del sindicato de inquilinos del área le han ayudado con la solicitud. 

Estos jóvenes salen a la calle todos los sábados a distribuir agua, ropa, medias, medicinas, entre otros artículos a los desamparados.

Dicen que la ciudad debe habilitar más refugios seguros para desamparados como Víctor.  

“Queremos que el gobierno haga más, ellos son los que tienen el dinero, los recursos, y ahorita los 'shelters' de la ciudad no son lugares seguros”, dijo Astrid Terrazas, líder del sindicato de inquilinos de Ridgewood.

En la ciudad de Nueva York hay, aproximadamente 78 mil desamparados, según datos del gobierno federal.

De estos, más de 2,400 duermen en las calles.

Un refugio en Ridgewood es donde Víctor quiere vivir, el cual es parte del programa 'Safe Haven', del gobierno de la ciudad.

Intentamos en dos ocasiones contactar al departamento para Desamparados para saber qué tan larga es la lista de espera de estos refugios, pero no contestaron nuestros correos. 

Uno de estos refugios está en el sótano de una iglesia y alberga a quince hombres. Guilibaldo Avilés es uno de ellos. 

“Me siento muy bien, me siento contento, me siento feliz, tengo muchos amigos aqui", dijo Avilés.

En los albergues pequeños los desamparados reciben un trato más personal y les es más fácil familiarizarse.

“Cuando nuestros clientes llegan a nuestro programa le ofrecemos oportunidades de trabajo, voluntariados y otras oportunidades de estar presente y trabajando", explicó Mike López, administrador del albergue Ridgewood Abbey.

Justo la oportunidad que Víctor espera este invierno.

“Yo siento malo en la calle, toda la gente que está en la calle sufre mucho, mucho, sufre mucho".