Una noche de rumba en Washington Heights.

Y claro no puede faltar el dominó.

Ubicado en el Alto Manhattan este espacio es un oasis para muchos dominicanos ya sea recién llegados a la ciudad o personas mayores que se reunen aquí semanalmente para bailar o jugar a las fichas. 

"Después de que la persona se retira, se retira de su trabajo, el ocio que tienen es el club deportivo. Ellos se sienten felices de venir a su segunda casa", explicó Felix Grant, portavoz de El Deportivo.

El Centro Cultural Deportivo Dominicano de Nueva York fue fundado en 1966 por un grupo de inmigranttes dominicanos que solían darse cita en un apartamento para jugar dominó. Siguiendo el ejemplo de los clubes culturales y deportivos que se establecieron en República Dominicana tras la muerte del dictador Rafael Trujillo.

El Deportivo fue uno los primeros clubes sociales latinos en Nueva York y a través de los años se ha convertido en un importante lugar de reunión para la comunidad quisqueyana. 

"Nosotros fuimos la organización pionera entre los dominicanos inmigrantes aquí", agregó Grant.

 

En El Deportivo.

 

 

Desde esos inicios en la década de los 60, el club ha tenido varios locales. Se mudó a este lugar, una antigua oficina de correos en 1994, ubicado en la Avenida Amsterdam. 

En la actualidad El Deportivo cuenta con más de 300 socios. Pero los miembros del club decidieron hace unos años abrir este espacio al público a fin de conectar con la comunidad del Alto Manhattan. 

El club ofrece juegos y torneos de dominó y billar y organiza las populares noches de salsa los viernes y noches familiares los sábados donde suelen tocar bandas en vivo.

Y no solamente es un lugar para los dominicanos...

"Puertorriqueños, venezolanos, costarricenses le abrimos la puerta a todos", aseguró Grant.

El Centro no recibe dinero del estado o de la ciudad. Todos los fondos que se emplean para mantener abiertas estas puertas se generan a través de los 250 dólares que pagan anualmente los socios del Deportivo. 

El reto ahora del club, es hacer frente al proceso de gentrificación que ha forzado a muchas familias dominicanas a abandonar esta zona y atraer a una nueva generación de dominicanos.   

"No vamos a desaparecer. Ellos siguen enseñándoles a sus hijos la importancia de socializarse en una institución como la nuestra", concluyó Grant.